Lo reconozco, he cometido muchos errores. He tropezado dos veces con la misma piedra y me han empujado a tropezarme una tercera vez. He llorado por quien no debía y reído con falsas amistades. He callado te quieros por miedo o simplemente por mi maldita inseguridad y los he regalado por cumplir. Me he levantado con ganas de comerme el mundo y otras en las que el mundo me comía a mi. He callado verdades por no hacer daño. He salido sin ganas de nada y acabar dándolo todo. He pasado por fases: la de niñata inmadura y la  de  madurar a base de palos. He abrazado a la persona que pensé que nunca me haría daño y más tarde me di cuenta de que no merecía ni tocarme la piel. He creído en mis metas hasta que me las destrozaron. Ha habido días en los que me sentía preciosa y otros en los que hasta me daba asco mirarme al espejo. He disfrutado de pequeños detalles y... poco a poco he aprendido lo que es la vida.