baloon race.

Pum! Cerré la puerta con un golpe de optimismo, e hice caso omiso a los gritos que desde la soledad, la mismísima amargura me vociferaba. Respiré, y como si me hubiera invadido un sorbito de libertad, miré al ascensor con desprecio, y eché a correr escaleras abajo, con una sonrisa de oreja a oreja. Me sentía bien, como hacía mucho tiempo que no me encontraba. Mi corazón, remendado con tiritas baratas del color de tu olvido, decidió escapar de la pena que hacía tiempo lo invadía. Así que de la mano, persona corazón y vida huimos a recuperar todo el tiempo que habíamos perdido llorando a la vera de tu daño… Nueve pisos abajo, y abrí la puerta. Respiré. Y miré al cielo, azul claro, ni una nube, nada que se interpusiera en el camino para encontrar la solución a los meses de llantos. Estaba, lo importante es que estaba, había empezado a existir de nuevo, y eso me llenaba de sensaciones extrañas que hacía tiempo que no sentía, me sonaba que eso era  alegría. Seguía mirando al cielo, en medio de aquella avenida enorme, donde los coches parecían monstruos destructores de la paz, donde el ruido era el sonido mas agradable que podías disfrutar, y las personas se habían dejado la humanidad en la puerta de casa, convirtiéndose en un cúmulo de prisa y agobio, que miraban perplejos mi cara de boba, y envidiaban mis ganas de querer empezar a ser feliz. Algo estaba cambiando, y me gustaba encontrarme así, el daño estaba hecho, el corazón seguía herido, supurando tus puñaladas traperas, seguía luchando contra el fraude de tus palabras, seguía latiendo a la sístole y diástole de tus mentiras… pero esta vez era diferente, él y yo teníamos ganas de abandonar todo el círculo bipolar que rodeaba estar a tu lado, y empezar a mirar el mundo con otros ojos, quitarnos las lentillas grises que hacía que lo viéramos todo sombrío, y que nada salvo tú tuviera sentido. Ha cambiado. Ahora soy yo la que empieza a recobrar los sentidos, a hacerle caso a la razón, a drogarme con mi propia vida.